sábado, noviembre 18, 2006

CAZANDO VIOLADORES

Hechos:


El pasado miércoles 15 de noviembre por la noche, hubo un intento de violación en un barrio de Villa Mercedes, hecho que no pudo consumarse.
Vecinos enterados de lo acontecido decidieron abandonar sus casas y armados con lo que disponían en ese momento, palos, herramientas de jardín, caños, piedras, etc., salieron a la calle a buscar el presunto violador que había huido.
Alertada la policía, concurrió al lugar con algunos efectivos entre los que muy pocos estaban armados, la mayoría solo contaba como elemento disuasivo su uniforme y la gorra, no llevaban linternas para alumbrarse en la oscuridad de esas calles y no mostraron en ningún momento intención de disuadir a la turba.
Un vecino dijo haber visto al violador huyendo hacia el cementerio. Los cazadores fueron al lugar y pretendieron entrar por sobre las rejas que impidieron el paso.
Otro vecino dijo haber visto a alguien que entraba en una casa. Fueron allá, golpearon la puerta, tocaron el timbre y al no recibir respuesta, destrozaron un portón con intención de entrar.
Afortunadamente no encontraron a nadie y no hubo que lamentar víctimas personales. La policía detuvo a un transeúnte en momentos que cruzaba por un baldío, pero luego se supo que no tenía nada que ver con el hecho que se le imputaba.
El jefe de la Unidad Regional II dijo en conferencia de prensa que estas cosas pasaban porque los medios no tenían la suficiente prudencia para informar y alarmaban a la población generándose este tipo de manifestaciones.

El análisis de situación:


¿Qué se puede hacer en estos casos, periodísticamente hablando?
Si la prensa informa, los funcionarios la acusan de imprudente y de incitar a la población a la violencia.
Si no informan, se los acusa de ser comprados por el gobierno o indiferentes a lo que sucede en la ciudad, o pasatistas que no tienen los atributos necesarios para decir lo que todos saben y tampoco dicen, o el valor de hacer frente a la situación y tomar partido. Peleá vos y te tengo el saco, que le dicen.
La otra salida, poco usada aun, es no conformarse con la información lisa y llana que implica hablar de hechos que son consecuencia de algo y tomar el camino difícil, complicado para los tiempos que corren, de sentarse y razonar sobre las causas que produjeron tal consecuencia y de esa manera brindar algo más que un diagnóstico.

Las causas de la consecuencia:



No hay un plan de gobierno serio, confiable y coherente acerca de que provincia queremos para vivir, no para publicidad del gobernante de turno.
El poder no se comparte, de manera que no existen los tres clásicos poderes del Estado.
En la segunda línea, los altos funcionarios son nombrados no como consecuencia de su capacidad sino porque los cargos han sido tomados como botín de guerra del que ganó una elección amañada.
Para ellos no hay premios ni castigos, solo tareas que deberán cumplir con lealtad exigida y debidamente engordada con prebendas y beneficios pecuniarios.
Solo así se explica que no tengan la suficiente dignidad para rechazar los cargos o simplemente confesar su incapacidad para cumplirlos.
Solo así se comprende que un ministro haya llegado a decir que no hay inseguridad en la provincia, solo una sensación que la población tiene, alimentada por los medios de difusión que exageran las cosas.

En ese marco, la policía ha dejado de cumplir su rol tradicional de proteger y servir a los ciudadanos, para convertirse en custodia de funcionarios y fuerza de choque contra los ciudadanos que protestan.
Quienes manejan la fuerza, no están en condiciones, ya sea por dependencia, negligencia, incapacidad u obsecuencia hacia su empleador, de exigir los elementos necesarios para proveer el servicio de seguridad que la población pretende y que es un derecho constitucional.
En el último escalón policial, los servidores públicos, imposibilitados de cambiar nada, desalentados por salarios que no cubren sus necesidades básicas y mucho menos los riesgos que corren, denigrados por sus jefes y por el gobierno, despreciados por los ciudadanos que ya no los respetan y con la indolencia que sufren por deformación profesional, han optado por lo que su limitación les indica: dejar hacer, dejar pasar.

Después viene el pueblo, que en sus actos está dando claras muestras de su cansancio.
Cansado porque en más de dos décadas de democracia han cambiado muchas cosas para que nada cambie. Cansado de ser engañado una y otra vez. siempre con el mismo verso. Cansado de estar siempre abajo, con la diferencia que ahora ha perdido la esperanza.
Un pueblo que comienza a pensar que si bien los ciudadanos ya no desaparecen en los campos de concentración del proceso, no le queda muy clara la diferencia entre eso y morir lentamente sin esperanza y abandonado a su suerte.
Un pueblo que se ha dado cuenta que importa más que tener una economía floreciente, el saber quienes se benefician con ella.
Un pueblo que ya entendió que pase lo que pase con el país, bueno o malo, para el no hay tiempos mejores porque siempre fue así.
A todo eso se agrega el oprobio, la indignidad, la vejación de verse obligado a vivir de la caridad de los demás, cosa que no solamente lo avergüenza sino que además lo enfrenta con quienes hacen posible su subsidio y lo ven como un vago. Peor aun, ahora comprende que su dependencia lo convierte en un rehén de quienes pretenden el poder por el poder mismo y han encontrado la manera de esclavizar a quienes los votan sin gastar un peso ya que a los votos los pagan con el dinero de quienes aun no han caído en desgracia.
Finalmente, un pueblo que ahora sabe positivamente que no está incluido como le hicieron creer en un principio sino que se ha convertido en un excluido enrolado, un desocupado asalariado e institucionalizado, para ser usado como herramienta electoral.

Merece un estudio aparte la composición social de los excluidos ya que no son una masa informe. He podido establecer mediante consultas a diferentes personas, al menos tres grupos importantes:
Los que tienen más de 50 años y no podrían conseguir trabajo real ni aunque hubiera. Ellos se sienten agradecidos por esta posibilidad.
Los que pertenecieron a la desaparecida clase media, la mayoría con estudios, algunos con títulos profesionales pero todos desocupados, no pocos de ellos que no trabajaron en su vida, que ejercen cargos de supervisores, coordinadores, etc. y por último los clásicos marginales, los que apenas tienen acceso a ocasionales changas y otros que ni siquiera buscan esa posibilidad.
A ellos no les importa su situación, no tienen ni han tenido nunca que perder y transitan esta etapa con ambas manos abiertas, una para recibir lo que graciosamente les den y otra para quedarse con lo que ocasionalmente encuentren en el camino. Hasta los hay que usan el espacio como ámbito social para desarrollar otras actividades.
Sin embargo, a pesar de estos matices, determinadas circunstancias logran unirlos y marchan.

Conclusiones:



Lo que sucedió el miércoles fue muy grave y aumentó la inseguridad en un cien por ciento. Los ciudadanos decidieron hacer justicia por mano propia, al margen de la ley, con total desprecio de las fuerzas del orden y la impunidad que les ofrece una dirigencia estúpida que no atina a reaccionar.
Convendría que consideren los gobernantes y demás dirigentes que esta vez se manifestaron contra violadores, abusadores sexuales. Pero por el mismo mecanismo pueden llegar a hacerlo contra violadores constitucionales, contra abusadores de poder, contra los pícaros y delincuentes que en su infinita maldad han construido la desgracia ajena y luego de lograrlo la han convertido en el mejor negocio de sus miserables vidas.




Virgilio Sánchez – 17 de noviembre de 2006

vjs912@gmail.com